«Los cambios a los que estamos asistiendo en estos inicios del tercer milenio exigen nuevas formas y nuevos procesos educativos”, expresa Gardner y así lo sentimos.
Hoy, los cambios son muy rápidos, el ciclo de innovación es más corto y las tecnologías tienen una elevada importancia. En este contexto, sólo quienes logren adaptarse mejor a las nuevas realidades tendrán la posibilidad de obtener éxito y sobrevivir. La escuela no es ajena a esto, y debe valerse de un aprendizaje que promueva constantemente la capacidad de crear e innovar y que apunte a obtener un conocimiento generador -no aquél que se acumula día a día, sino un conocimiento que se ve reflejado en la práctica, que actúa para enriquecer la vida cotidiana, que ayuda a comprender el mundo y a desenvolverse en él-, teniendo como meta la comprensión, la retención y el uso activo de dicho conocimiento. Entonces, la información pasará a ser una competencia, permitiéndole actuar inteligentemente, hacia un saber con actitudes, valores y ética.
Para ello, los docentes debemos diseñar experiencias de aprendizaje en donde los alumnos sean verdaderos protagonistas, logren desenvolverse con autonomía, sirviéndose del trabajo cooperativo, y con aprendizajes basados en situaciones problemáticas con una mirada interdisciplinaria. La interdisciplinariedad, de esta forma, se convierte en un prisma a través del cual los alumnos pueden interpretar el mundo natural, social y cultural y operar significativamente en éste.
Fomentando la interdisciplinariedad, integrando varios campos del saber -Matemática/Geometría, Tecnología, Arte, Informática y hasta el área de Lengua-, es que diseñamos el proyecto “Viendo el Mundo en 3D”, donde trabajamos la comprensión de la tridimensión en el mundo real, el reconocimiento de las nociones espaciales simples y la clasificación de las figuras 3D en base a sus propiedades.
Estamos acostumbrados a usar el concepto de tridimensión en varias disciplinas, entre ellas la geometría, la física y el arte, como por ejemplo, en el uso de las perspectivas en la pintura -que añade sensación de profundidad al plano de la hoja-, en las esculturas -cuyas características corresponden a la tridimensión-, o en la cinematografía. En este caso, los niños tuvieron la oportunidad de trabajar, desde el reconocimiento de la existencia de la tridimensionalidad en lo cotidiano, hasta explorar y descubrirla en obras de los artistas Libero Baddi, Romero Britto y Henry Matisse, y así llegar -a través de medios artísticos- a comprender y producir en tres dimensiones.
Siempre partiendo de aprendizajes interactivos, Primer Grado exploró objetos diferentes de tres dimensiones, percibiendo los lados y esquinas (cajas de medicamentos, de pizza, cucurucho de helado). Experimentaron el modelado mediante el uso de la plastilina. Armaron un dado, donde a cada cara se le realizó un dibujo -personaje, lugar, momento del día, otro personaje, una emoción y un final-. Con esto, inventaron una historia, primero de forma oral y colectiva, luego cada uno la recreó por escrito.
Segundo Grado, realizó sus propias figuras geométricas en 3D, utilizando moldes recortables. Luego, apelando a la imaginación de cada uno y teniendo como base el cuento “Sorpresa en el bosque”, fueron creando personajes, paisajes, escenas. Para finalizar, y “darles vida”, los hicieron “hablar”: pequeños diálogos en “globitos” que salen de la boca de sus personajes